Tetas de canela fina
y miradas de sonrojo,
espumaderas de saliva
y un cesto de piojos.
Un mundo destrozado
un biberón de consuelo,
un pozo rebozado
como guardia Tejero.
Un salpicón de nalgas
y una cabra feroz,
avispas a punta pala
envueltas en su albornoz.
No se si terminar
ahora o a media mañana,
no se por donde empezar
pero esto se acaba.
Autos: JUSTO MANUEL SANTOS GALEANO.
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